martes, 1 de diciembre de 2009

Gracias

El 1 de diciembre de 1981 se diagnóstico el primer caso de SIDA en el mundo. Fue en EE.UU. 27 años más tarde y lejos del continente americano, un joven asustado decidió sentarse frente al ordenador y contar al mundo su historia. Era el 1 de diciembre de 2008, y a penas había transcurrido un mes desde que una noticia cambió para siempre su forma de vida.

Sin saber muy bien qué escribir, y mucho menos a quien, se preguntó si un blog con el que dar rienda suelta a un caudal de emociones agazapadas no sería mucho más que una idea pasajera; un capricho temporal hasta sentirse mejor, más fuerte y más seguro.

Poco a poco esa ventana abierta a un mundo de personas tan anónimas como reales se fue convirtiendo en la voz de todo aquello que después de 28 años no puede pronunciarse abiertamente sin el temor a ser discriminado, y juzgado por un jurado que impone una condena social; una pena que pesa mucho más que la propia enfermedad.

Compartir su historia no sólo fue una terapia de autoayuda, sino que con el paso del tiempo sirvió para ayudar a gente que pasa por las mismas circunstancias; los seguidores, comentarios en los post, y los e-mails en su bandeja de entrada, eran ya motivo más que suficiente como para que ese proyecto cobrara forma y tuviera un auténtico sentido.

Ese joven es el autor de este post, y de todos los de este blog. Gracias a esa idea que tuve hace un año he tenido la suerte de conocer personas cada vez más reales y menos anónimas. En un día como este, en el que se nos recuerda más como cifras que como a personas, quiero rendir un pequeño homenaje a todos aquellos que seguís este blog, que me animáis en mayor o menor medida con vuestros comentarios, vuestro ánimo, y vuestra amistad.

Hoy los medios hablarán de los 33,4 millones de personas afectadas por el VIH que parecen no tener nombre, ni cara, ni voz, ni alma. Gracias a este blog, yo he tenido la suerte de conocer unos pocos; todos con nombre y apellidos, muchos con cara, unos pocos incluso con voz, pero todos ellos con alma. Porque detrás de las cifras y las estadísticas que sirven para redactar titulares, hay una historia; una verdad que puede ser parecida o no a la de otros tantos, pero para cada uno, la única.

Este es mi pequeño homenaje, y mi agradecimiento a todos aquellos que a través de este blog me habéis
regalado un pedacito de vuestra alma en el año más difícil de mi vida.

martes, 10 de noviembre de 2009

6N: Un año +

Fingir que el 6 de noviembre es una fecha más del calendario sería un acto de cobardía por mi parte. Me costaría más esfuerzo mostrar una indiferencia aparente, que aceptar la realidad de que ha transcurrido un año desde que hice, contra mi voluntad, un pacto con un nuevo modo de vida.

Se podría decir que es una sensación similar a la de celebrar dos cumpleaños sin que hayan transcurrido 365 días entre uno y otro; dos fechas marcadas en rojo en mi calendario de vida; uno en el que celebro los años cumplidos, y otro en el que celebro cumplirlos.

Un año, 365 días viviendo con un intruso que aunque nunca vea, sí me habla; más que un diálogo, es un monólogo en el que me recuerda que aunque sea clínicamente “indetectable”, su presencia sigue estando latente como el primer día, a pesar de que posiblemente viva más en mi mente que en mi cuerpo, y que seguro se recrea más en mi conciencia que en mi sangre.

Aunque hubiese preferido no tenerlo como maestro, tengo que agradecerle lo mucho que me ha enseñado durante este año juntos; a retomar las riendas de mi vida, a sacar fuerzas de donde no creía tenerlas, y a vivir el presente como lo que es: “un regalo”.

Y algo, imagino que debe haber aprendido él de mí, o al menos una lección de humildad debe haberse llevado al comprobar que una vez digerido el impacto, mi vida no ha girado en torno a él; que sigo riéndome, sorprendiéndome, y emocionándome, quizás incluso con más intensidad que hace un año. Que me siento más fuerte y vital que nunca, y que afortunadamente, me sigue entreteniendo la “telebasura”, sigo siendo un gruñón al volante, y un presumido insoportable.

Y es que resulta muy fácil sonreír cuando de repente una orquídea aparece por sorpresa en tu despacho, y una pulsera de Tiffany´s viaja desde la Quinta Avenida de NY hasta tu muñeca. ¡No es magia! ¡Es mucho más! Ni más ni menos que un detalle de AMISTAD, y AMOR después de un año +.

sábado, 31 de octubre de 2009

EntreVIHsta a Jordi Sandor: Un ejemplo de superación a través del deporte

Se llama Jordi Sandor, y tiene 42 años. Jordi es seropositivo desde hace 16 años, y una de las pocas caras visibles del VIH. En 1996 tuvo SIDA e incluso rozó la muerte. Gracias a un nuevo tratamiento que mejoró su salud, consiguió sobrevivir y convertirse en un deportista de élite. Ser portador del VIH no le fue un impedimento para participar en carreras ciclistas de alto rendimiento, y en las cuatro ediciones de la “Titan Desert”, una de las más grandes competiciones de mountain bike, que se desarrolla en territorio marroquí. Tuve la suerte de conocer su historia, la oportunidad de contactar con él, y el honor de que aceptase compartir su experiencia a través de esta entrevista:

¿Qué recuerdas de aquel momento en el que te comunicaron que eras portador del VIH? Pues lo recuerdo muy bien, en aquel marzo de 1993, que estaba muy solo no tenia a nadie cercano y me sentía desesperado y perdido. Pensaba que mi vida se acabaría muy pronto y no sabía donde acudir y con quien hablar, porque en aquellos tiempos no había asesoramiento psicológico como ahora cuando te dan un noticia así. A mi me la dieron en un sobre cerrado y lo abrí caminando por la calle cuando salí del hospital y se me cayó el mundo encima cuando la vi por primera vez! Si bien recuerdo, fueron los peores momentos y más duros de mi vida!

¿Crees que ser seropositivo te ha hecho crecer como persona, y superarte como deportista? Sí, una vez superado los momentos más críticos y con un buen tratamiento antirretroviral, empecé una vida sana y a hacer deporte. Me daba muy buenas sensaciones y me hacia sentir muy vivo y no preocuparme de lo que llevaba dentro de mi. También llegué a conocerme muchísimo más, haciendo deporte de alto nivel, que no lo hubiera hecho si no fuera seropositivo, es curioso pero es así. También han participado muchas personas de mi entorno como mi mujer y su familia que siempre lo han sabido y nunca me han tratado diferente, cosa que me hacia sentir como uno más de ellos, y mis amigos mas íntimos, que lo supieron siempre y nos hablamos y comentamos de todo, pero nunca desde un punto de vista negativo y discriminatorio. Todos ellos me han dado ánimos para competir y superarme como deportista y progresar en un terreno muy desconocido para nosotros los seropositivos, lo que me anima a darlo a conocer y llamar a todos a practicar deporte para una vida más sana y feliz.

¿En algún momento de tu trayectoria como deportista te has sentido limitado por vivir con VIH? Bueno, limitado en el sentido físico, si!... y también en el de salud, pero no me preocupa mucho. Cuando llego cerca de los limites físicos, dosifico más las fuerzas y las voy recuperando poco a poco con mucha conciencia y paciencia, y os puedo asegurar que funciona muy bien, en comparación de cuando era sano y fuerte, que no me conocía tanto a nivel interior y no tenia limites, pero si mucha fuerza bruta inconsciente.
Por ejemplo en la última etapa de la edición del año 2007 de la TitanDesert, la hice con febrícula y una infección pulmonar, y los ultimos 13 kilómetros descubrí que los limites físicos, de hecho, son mentales, porque los hice solo con la ayuda de mi voluntad y la convicción mental de que tenia que acabar sea como sea, pedaleando la etapa sin abandonar. No olvidaré nunca estos momentos increíbles y fantásticos!... En mi blog hay más información y videos en Youtube... http://jordisandor.blogspot.com/

¿Se puede llevar una vida normal siendo seropositivo? Sí, desde luego que sí, sobre todo si en tu entorno te tratan de manera normal, que de hecho todos lo somos; sólo los prejuicios y el desconocimiento, o la desinformación de algunos, nos puede discriminar, como también lo hacen o lo hacemos frente a algo que nos da miedo y no conocemos. Lo malo, es cuando esto se produce de forma voluntaria y con intención de hacer daño, entonces si que no tienen perdón! Ojalá mejorará las comunicación entre todos nosotros y no hubiera más miedo ni rencor, para no vernos discriminados los seropositivos, ni nadie más.

¿Qué es exactamente la Titan Desert, y qué ha supuesto enfrentarte a tal reto? La Titan Desert es una carrera de maratón extremo, tipo Dakar, pero en BTT-bici todo terreno o MTB-mountainbike, tanto con ruedas de 26” o de 29”, que transcurre por etapas de entre 80 y más de 100km durante cinco días a finales del mes de Abril o principios de Mayo como será el próximo año. Las etapas pueden ser maratón de dos días o de un día, paso de dunas, y con tramos de orientación libre y sólo con tu road-book y brujula o GPS. Este año ha habido una etapa de montaña bastante dura con una subida total de 35km en tres tramos, hasta más de 1700 metros de altitud y pendiente medio de 10% por pistas de piedra del AntiAtlas. Los avituallamientos están entre los 35-40km de distancia y sólo de agua y bebida energética de Powerade (este año y bien fresca de la nevera – todo un lujo!)... algo así es de mucho agradecer en aquellas condiciones!

La organización la lleva la empresa RPM Outsourcing y es excelente, por ser profesionales del sector de deportes como Dakar, Vuelta Ciclista a Cataluña, 24 Horas Ciclistas de Montjuic y muchos otros eventos deportivos importantes, y también editan revistas como Solo bici o Solo Moto.

Cuando participé en la primera edición del año 2006, sí que fue enfrentarme a un reto en el que nunca había pensado antes, y que en todos los sentidos era bastante arriesgado a primera vista, pero como pudo más la atracción que tenia del desierto en mi mente desde hacia muchísimos años, me preparé un poco, sólo un mes antes. Los 4 días que pasé en aquella edición fueron y serán inolvidables para mi y creo que para muchos que participamos por primera vez en una carrera semejante. Éramos casi 200 participantes y no todos acabaron las cuatro etapas por el desierto. Yo acabé el ultimo día con pequeñas lesiones entre las piernas, en la zona del sillín, pues hice los 65 km pedaleando de pie casi todo el rato, por no poder ir sentado!... jejeje … ah, y acabé en la posición 64 de la clasificación general y 54 de mi categoría Elite, y de todos los participantes abandonaron mas de cuarenta ciclistas!

Las demás ediciones las he preparado cada vez mejor y realmente estoy convencido que para mi esta carrera es de vital importancia, pues conecto concientemente muy bien conmigo mismo y lucho en las condiciones climáticas mas extremas contra mis limites, tanto físicos, de salud pero sobre todo mentales. Lo que he llegado sentir y vivir durante todas las etapas de estos cuatro años en la Titan Desert no lo podría describir lo suficientemente bien, ni en tan poco espacio aquí presente. Para definirlo en unas palabras, sería algo como “EXPERIENCIA MÁGICA Y VITAL”!. Pero sobre todo me gustaría agradecer la ayuda y el soporte que me han dado a partir del año 2007, la Fundación de Lucha Contra el Sida de Can Ruti, con el Dr. Clotet mi medico y amigo, a mi mujer Lidia, que me ha estado apoyando siempre en mis preparativos, y algunos amigos muy buenos, como el mejor mecánico de bicis que conozco, Txema de Probike, y al amigo Francesc de inestimable ayuda.

¿En qué medida crees que el deporte te ha ayudado a mejorar tu salud? El deporte para mí en estos momentos es de vital importancia, dados los buenos resultados y mejoras en salud y bienestar personal, o felicidad mejor dicho. Desde luego lo recomiendo a todo el mundo, sea seropositivo o no.

Además del deporte, practicar la meditación ha sido un factor clave en la recuperación de tu salud; ¿Cómo aprendiste a meditar y cuál crees que ha sido su importancia en tu mejoría? Aprendí a meditar en las asociaciones como ACTUA, hace muchos años, creo que en '93 o '94 y hacíamos meditaciones en grupo y en cursillos a tal efecto que impartían maestros y personas expertas en estas técnicas. Era muy interesante para mi entonces y los resultados los note mucho más tarde, porque es necesario una constancia y voluntad en continuar haciendo estas meditaciones tu solo en casa, confortablemente o en cualquier lugar cómodo y tranquilo. Recuerdo que me ayudaron mucho cuando estuve ingresado en el hospital de Can Ruti, de Badalona en el año 1996 con una neumonía que luego me desencadenó el sida. Durante más de tres meses que estuve allá practiqué la meditación que era lo único que me quedaba, ya que no podía leer nada ni ver la tele por la mala vista y debilidad general que tenía. No tenia ni 20 defensas CD4 y perdí más de 20 Kg. de mi peso corporal, todos los ganglios se me hincharon mucho, tenia mucha diarrea y vomitaba todo lo que comí. Sólo toleraba los batidos proteínicos líquidos pero no siempre. De medicación retroviral no podía tomar nada que me hiciera buen efecto curador, pero tampoco había, ya que el AZT, DDI, o DDC los probé todos con muy malos resultados y el Septrin Forte me provocó una alergia para siempre a los sulfamidas.
Así que después de encontrarme cara a cara con la muerte, que fue una experiencia inolvidable, y en la cama del hospital, me di cuenta que no era tan doloroso dejar o abandonar la vida, ya que después del primer momento de sorpresa, me sentía envuelto de una luz blanca tan agradable, una paz y unas sensaciones extracorporales tan placenteras que en palabras me es difícil de explicar; era todo mental y pura energía positiva, que fue justo lo que me hizo decidir finalmente no quedarme en aquel estado y volver a la realidad para continuar viviendo en nuestro mundo actual, en el que me veía necesario y creía que quedaban muchas cosas por hacer.
Recomiendo a todo el mundo, la meditación no solo con fines terapéuticos, sino para sentirse y conocerse uno mucho mejor y es lo mas económico y fácil de hacer. Solo hace falta voluntad y constancia.

¿Por qué decidiste manifestar públicamente tu enfermedad? Pues creo que había llegado el momento de hacerlo y espero que con ello pueda ayudar a entenderse mejor, y a que la gente no tenga miedo de nosotros, los seropositivos. Porque veo que hace falta todavía mucho trabajo de información y luchar en contra las discriminaciones y estigmas que puedan aparecer en las relaciones entre la gente y en la sociedad en general. Quien vive con esta enfermedad realmente sabe, o tendría que saber, dar sentido a su vida y conocerse mejor. Ayudar a los de su entorno a ser más positivos y mejorar las relaciones humanas, a no tener miedos y ser más felices.

¿Has sentido algún tipo de discriminación por ello? Bueno, sí que he sentido, pero lo llamaría temores y miedos a no contagiarse en tocarme, como por ejemplo, recuerdo lo que me pasó en el servicio de urgencias del Hospital General de Cataluña cuando ingresé después de una caída con la bici por la montaña y me fracturé el fémur, hace ya seis años. La joven enfermera cuando se enteró más tarde que era seropositivo se enfadó porque no se lo había dicho desde el principio para que se pusiera dos pares de guantes en las manos!... jejeje.
Claro que en el trabajo no lo he declarado nunca, para evitar justo eso, las malas experiencias. Pero siempre he tenido muchísimo cuidado con mi propia higiene y limpieza, y la de mi alrededor, teniendo en cuenta las pocas defensas que tenia.

¿Qué mensaje o consejo te gustaría transmitir a las personas que viven con VIH? Pues, simplemente que vivan y disfruten de la vida, lo máximo y lo más sano posible. Que confíen en sus médicos y que intenten ser amigos de ellos. A los nuevos infectados, que no tengan miedo y que afronten el nuevo cambio en su vida con valentía y optimismo; porque no están solos con esta enfermedad, y que entre todos, tengamos la esperanza de hacer un mundo mejor para todos.

jueves, 8 de octubre de 2009

La lista de miedos

Son públicas, están de moda, y forman parte de la actualidad informativa; la lista de los más ricos del mundo, de las actrices mejor pagadas, de los hombres más sexys, de las peor vestidas, de las más elegantes, etc. Hay listas para todos los gustos, y a más de uno le robaría horas de sueño pertenecer o ser excluido de alguna de ellas.

Y además de éstas que nos divierten y amenizan los contenidos en los medios, cada cual tiene sus propias listas internas; alguna que no nos importaría revelar; como nuestra lista de sueños, y otras que guardamos en nuestra más recelosa intimidad, esa que nos supone un cierto pudor confesar; la lista de miedos.

En un intento de desnudar mi interior estaría dispuesto a revelar algunos de ellos, desde los más superficiales, como el miedo a engordar, a no gustarme frente al espejo, u otros más profundos; como el miedo a perder a un ser querido, a la soledad, o a no sentirme sano. Quizás este último, y dadas las circunstancias, ha cobrado más importancia en mi lista personal de miedos.

Y en esta andadura que inicié casi hace un año, he podido ser testigo o más bien lector, de algunas listas de miedos, que ni a mí se me hubiesen ocurrido, y que podría incorporar a la mía como “miedos nuevos”.

Sin el mínimo ánimo de juzgar, pues cada cual se enfrenta a esta batalla según sus circunstancias y su estado de ánimo, he descubierto algunos “miedos nuevos” muy interesantes, como por ejemplo: “voy a vivir menos años que los demás”, como si el resto de la humanidad hubiese firmado un pacto con la inmortalidad, o “tendré cambios físicos en mi cara y en mi cuerpo”, como si fuésemos a conservar la belleza eterna, o “sufriré efectos secundarios con el tratamiento que me causarán otras enfermedades”, como si tuviésemos opción de decidir SÍ o NO a la medicación, lo cual sería algo así como decidir entre VIVIR o MORIR.

Y es normal que cada cual tenga su lista de miedos, y más aún que la convirtamos en una lista interminable ante una noticia así. Y es que es más fácil y más cómodo compadecerse a uno mismo, sentarse a llorar, ver la vida pasar, y sentirse una víctima del mundo, que nada de esto se ha buscado, y que tampoco lo merece, como si alguno mereciese o no una enfermedad.

Quizás sería más productivo, que en lugar de pensar en añadir un miedo más a tu lista, le añadas un motivo por el cual vale la pena sentirse VIVO y ser FELIZ: WAKE UP!!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Aprender viviendo

A dos meses de celebrar mi primer aniversario con ese ser indeseable y siempre sorprendente que un buen día decidió por voluntad propia habitar en mí, puedo decir que continuo aprendiendo a vivir con él, o más bien, vivo aprendiendo a vivir con él.

Un aprendizaje que a veces me resulta infinito, interminable, eterno, pero necesario. Es curioso como cuando crees que vuelves a retomar el control de tu vida, surge una circunstancia nueva e imprevisible con la que uno no contaba; situaciones que se presentan amenazantes; muchas veces provocadas desde la propia susceptibilidad, o de un estado donde la sensibilidad se encuentra a flor de piel.

Recuerdo como cuando recibí mi diagnóstico pensé que encontraría libros de autoayuda referidos al VIH, en los que encontrar una mínima dosis de consuelo, que hubiese sido bien recibida por poca que fuese.

En una búsqueda a la que ya hace tiempo renuncié, me sorprendió la variada oferta que psicólogos, psicoanalistas, y médicos ponen en manos del lector; sobrevivir al cáncer, vencer la anorexia, la depresión, convivir con el alzheimer, superar la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, y un largo etcétera.

Con este abanico tan amplio llegué incluso a preguntarme qué sentido tendría acudir a una consulta o acomodarse en el diván de un psicólogo, cuando uno podría abandonarse a la lectura en el sofá de su casa con la esperanza de sentirse mejor.

No obstante me resultó curioso no encontrar ni un solo título referido a la pandemia que más millones de víctimas mortales se ha cobrado en todo el mundo. No es necesario una tesis doctoral pero al menos los cuatro consejos básicos de un experto en el tema; cómo aceptar el diagnóstico, a quién debo contarlo, la adherencia al tratamiento, o como practicar el sexo con VIH.

Quizás, aunque existiesen en las librerías, muy pocos – entre los que posiblemente no estaría – tendríamos el valor de pasar por caja con uno de estos libros en la mano, temiendo la mirada intimidatoria del vendedor, o el miedo de que alguien pudiese habernos visto tomando uno de estos libros, o siquiera ojearlos.

Estarían muy lejos de darnos una solución definitiva, pero al menos ayudarían en este largo e interminable camino de aprender viviendo. No os hagáis ilusiones, los de esta imagen, o no existen o yo no he tenido la suerte de encontrarlos. Como se suele decir en las películas: “cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.”

viernes, 31 de julio de 2009

La última recompensa del día

Después de siete de meses de fiel compañía cada noche, podré prescindir de ellas. Y es que aunque esté muy lejos de la cura definitiva soñada, y tampoco suponga un antes y un después decisivo - más bien debería considerarlo una continuidad eterna - alivia bastante saber que por el momento un sólo medicamento me permitirá mantener a raya a ese ser malévolo y travieso que entró en mi vida y en mi cuerpo sin pedir permiso. Sin ni siquiera llamar a la puerta.

Hasta creo que me sentiré extraño cuando esta noche, habituado desde hace más de medio año a no rendirme a los brazos de Morfeo sin antes llevarme a la boca ese par de “golosinas” diarias, me sea suficiente con una única pastilla, que según mi médico, es un cóctel combinado de las dos anteriores, algo así como el Cosmopolitan de las chicas de Sexo en Nueva York, que también se toma sin masticar, sólo que éste de un sólo trago, y sin sabor alguno.

Es curioso pero uno tiene una sensación de grata satisfacción sabiendo que, aunque sea la misma composición, tomará un medicamento en lugar de dos. Es como una especie de evolución favorable, que al menos psicológicamente te hace sentir más sano, como si la terapia de choque haya sido una prueba superada que ha pasado a la historia, y el premio por haber vencido la prueba sea esta nueva y única pastilla

Hasta por su color rosáceo podría confundirse con un dulce caramelo. Seguro que con su mirada siempre positiva, el protagonista de La Vida es Bella, Roberto Benigni, imaginaría que se trata de la última recompensa del día; la golosina con la que se premia a un niño que ha sido bueno.

domingo, 28 de junio de 2009

Mi Ejército

Con los mismos nervios y la misma tensión que un estudiante espera recibir la nota de su examen de carrera más importante, así me enfrentaba yo a la última consulta médica. Después de siete meses de estricto cumplimiento con el tratamiento, y de adherencia total a éste, esperaba que la palabra mágica “indetectable” saliese de la voz de mi médico.

Y por fin la escuché: “indetectable”; me sonó a música celestial, a melodía sinfónica. Ni las Cuatro Estaciones de Vivaldi, ni el canto de un ruiseñor se pudo comparar a la sensación que me produjo escuchar esa palabra pronunciada por el doctor. Casi sin darme cuenta una sonrisa se dibujó en mis labios nada más oírla.

“Indetectable” significa que la cantidad de virus en mi sangre es tan mínima que ni los análisis pueden detectarla. Y significa que las más de doscientas noches sin olvidar tomar mi medicación no han sido en vano, que gracias a mi cita diaria nocturna con el tratamiento he conseguido minimizar al máximo la existencia de ese “bichito” circulando por mi sangre.

Sé que no he ganado la guerra, pero sí una batalla. Y como en toda batalla, la victoria no es sólo responsabilidad de un soldado, sino de todo un ejército. Y mi ejército se compone por todas aquellas personas que me han dado fuerzas y me han apoyado con su amor y su amistad.

La primera de todas, mi madre, que me acompañaba por primera vez a la última consulta y recibía conmigo la buena noticia de que el virus se ha negativizado. Aunque no vayas a leer estas palabras, gracias mamá por estar a mi lado, y seguir queriéndome igual o más que siempre. Gracias por no fallarme NUNCA.

A ti, que me lees, pero más me escuchas, GRACIAS en mayúsculas por hacerme sentir especial y único. Es difícil plasmar en palabras mi agradecimiento por tu admirable comprensión y tu infinita paciencia. Por tus cuentos a oscuras, por tu derroche de ternura, y por seguir viéndome como el chico de la camisa negra que un día se cruzó en tu camino. Ti amo.

A una gran amiga que recibía conmigo la noticia aquel fatídico 6 de noviembre de 2008, que nunca olvidaremos. Gracias por abrirme tus brazos ante la sorpresa, el miedo y el desconcierto. Gracias por tu amistad, tu consuelo. Gracias por ser mi cómplice, por escucharme, y por preocuparte. Te quiero.

Gracias a mi mejor amigo; por seguir haciéndome reír con su humor sarcástico, su ironía ante la vida, su aparente frivolidad, y su sensibilidad oculta. Gracias por afrontar todo esto con tanta naturalidad, por seguir mirándome con los mismos ojos de siempre. Es cierto, el que tiene un amigo tiene un tesoro, y yo tuve la suerte de ser el pirata que te descubrió.

Y por último, gracias a uno de mis primeros lectores. En tu distancia y en tu cercanía encontré mucha de la fuerza que necesitaba para avanzar ante la adversidad. Te convertiste en alguien importante, y las personas importantes nunca se olvidan. Fuiste el soldado que no esperaba. Estoy deseando que el tiempo nos ayude a que este blog no sea como lo es hoy nuestro único hilo de comunicación. Confío de verdad en que así sea.

Y gracias a los que me leéis, me animáis con vuestros comentarios, y me ayudáis dejándoos ayudar. Aunque sólo haya sido una batalla, estoy seguro de que con un ejército así podré ganar la guerra.

jueves, 28 de mayo de 2009

María Jesús, la enfermera de la farmacia

Se llama Mª Jesús, rondará cerca de los cuarenta, y trabaja de diez de la mañana a tres y media de la tarde. Mª Jesús siempre sonríe al recibirte. Te observa con mirada angelical y te habla con un tono dulce y maternal; una voz aterciopelada que hace que te sientas como en casa.

Quizás hubiese soñado con ser médico o incluso tenga vocación de psicóloga. Por el modo en el que te trata estoy seguro de que su trabajo le satisface, que con su labor se siente una mujer útil y realizada, que verdaderamente se interesa por las personas que atiende a diario.

Posiblemente Mª Jesús reciba una media de entre veinte a treinta visitas cada día; personas a la que escucha y comprende. Algunos como yo, con los que empatiza, e incluso aconseja emocional y psicológicamente, siempre con un profundo respeto y desde el cariño que siente por su vocación profesional.

La primera vez que se me presentó posiblemente pudo imaginarme como uno de sus hijos, sin embargo no tuve la impresión de causar en ella el mínimo sentimiento de pena o compasión, cosa que le agradezco.

Me explicó paciente y detalladamente el desarrollo y la evolución del virus a través de un gráfico. Mientras yo la miraba con ojos de asustado en la que era mi primera visita, ella se atusaba delicadamente su melena rubia y se la recogía colocándosela hacia un de los lados de su cuello. Posiblemente así se sentía más cómoda; su pelo no le estorbaba para seguir con su explicación.

He de reconocer que esa primera vez Mª Jesús me cautivó, a pesar de que la juzgué de entrometida cuando me preguntó si le había contado mi reciente diagnóstico a algún miembro de mi familia. Fue inevitable pensar que quien se creía esta mujer para hacerme esa pregunta. Hoy hasta casi se lo agradezco, porque a pesar de que en aquel momento era una auténtica desconocida me hizo reflexionar sobre lo importante que es poder compartir esta enfermedad con tus familiares más allegados.

Hoy la volví a ver, y Mª Jesús, como siempre, me recibió de nuevo con su sonrisa de siempre, su bata blanca, su mirada tierna, y su gesto cálido y maternal. Mª Jesús no es médico, ni tampoco psicóloga. Mª Jesús es la enfermera de la farmacia del hospital, a la que visito cada pocos meses para que me dispense la medicación.

Gracias a su actitud, Mª Jesús consigue convertir en un placer lo que podría resultar una situación incómoda y desagradable. Al recibirme siempre me dirige un “¿Cómo estás?”, mostrando un interés real y esperando una respuesta en silencio mientras te mira fijamente a los ojos. A veces pienso que hasta puede parecer más interesada en la respuesta que cualquier conocido con el que me cruzo por la calle.

Su naturalidad innata hace que al recoger la medicación me sienta como quien va a un puesto del mercado a comprar medio kilo de naranjas. Ella siempre me despide con un hasta luego seguido de mi nombre, seguramente porque lo ha visto en el historial y ha tenido el detalle de retenerlo en su memoria por un instante para poder pronunciarlo cuando me fuese.

Reconozco que a pesar de todo, me hubiese gustado no tener que haberla conocido nunca, o al menos no en su despacho de la tercera planta del hospital. Estoy convencido que le encantaría leer estos párrafos, porque Mª Jesús es ante todo una mujer sensible y cariñosa, a la que a uno le gustaría regalarle una pastilla de turrón por Navidad.

Conservo la esperanza de que al menos reciba por mis gestos y la actitud cercana que muestro en mis breves encuentros, la gratitud y el afecto que siento hacia Mª Jesús, la enfermera de la farmacia.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Sin crisis todo viento es caricia

“Crisis”. Es sin duda la palabra más pronunciada del año. En los periódicos, en la radio, en televisión, en la calle, en el trabajo, en casa, todo el mundo habla de “la crisis”. Incluso parece que hemos dejado a un segundo plano las conversaciones forzadas y banales sobre el tiempo. No hace mucho hubiésemos improvisado un “¡Qué día tan bueno hace hoy!” para salir airosos al encontrarnos con un vecino en el ascensor, pero ahora no, ahora la crisis se ha convertido en el tema de moda, el más recurrente, del que todo el mundo opina pero nadie tiene soluciones. Hasta los representantes políticos de nuestro democrático país siguen más preocupados en buscar culpables, en acusar sin reparos a unos y otros, que en ofrecer remedios factibles.

Me resulta paradójico pensar en el hecho de que me diagnóstico + en noviembre del pasado año coincidiera con el agravamiento de la crisis, el desplome de los mercados internacionales, la caída en picado de la bolsa, el IBEX, la explosión de la burbuja inmobiliaria, el auge del desempleo y el resto de índices que vaticinaban el comienzo de una etapa cuanto menos difícil para la economía del mundo mundial.

Y es que en cierto modo me resultó irónicamente un consuelo pensar que la economía internacional iba desplomándose conmigo y me acompañaba en mi propia crisis personal, en el intento de asimilar y aceptar la llegada de un ser indeseable y extraño que ha decido acompañarme el resto de mi vida. Pasé por los diferentes estados de sorpresa, ira, resignación, depresión y aceptación a media que los mercados financieros caían en picado y la banca internacional se derrumbaba como un castillo de naipes.

Comencé el tratamiento mientras escuchaba a mi jefe pasearse por los pasillos diciendo aquello de “con la que está cayendo ahí fuera”. Sin duda me sentí privilegiado; ¡la economía mundial decidió acompañarme en mis diferentes crisis! Quizás hasta ella se preocupó más por mí, que yo por ella. La verdad es que con todos los acontecimientos vividos últimamente poco, o más bien nada, me he parado a pensar cuánto durará la crisis o si tarde o temprano contribuiré a engordar aún más las listas de parados de este país. Quizás peque de egoísta pero he preferido preocuparme por salir de mi propia crisis con la esperanza de que finalice mucho antes de que la economía internacional vuelva a ver la luz.

Y es que una de las mentes más prodigiosas del s. XX dejó en su legado algunas afirmaciones tan interesantes como estas: “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.”

Sí, Einstein dijo que “sin crisis no hay méritos”, y que “sin crisis todo viento es caricia”. Así que será cuestión de agarrarse fuerte contra el temporal, afrontar las crisis, y dejar las caricias para las noches de amor.

domingo, 19 de abril de 2009

A ella, que me dio la vida

Después de cinco meses, de mucho darle vueltas, de escuchar los consejos de mis amigos más íntimos, por fin, este fin de semana, me atreví a dar el paso de contarle a la persona con la que vivo, la misma que me dio la vida, que soy seropositivo. Por fin tendría el valor de sentarme frente a mi madre, mirarle a los ojos, cogerle la mano, y sin dejarme llevar demasiado por las emociones, contarle lo que hace unos meses supuso para mí el impacto más fuerte de mi vida.

Fue el pasado viernes. Llegaba a casa después de entrenar en el gimnasio mentalizado en que nada más llegar me dirigiría a ella, y le diría: “mamá, tengo que contarte algo”. Nunca el camino de vuelta a casa se hizo tan largo, incluso me pareció que el edificio en el que vivo había desplazado la casa del tercer al décimo piso; los segundos en el ascensor se hicieron eternos. Sabía que la próxima vez que saldría de casa, nada iba a ser como antes. Ella, que me dio la vida, sabría de una vez por todas, toda la verdad.

Por un instante antes de entrar me sentí decidido, firme y fuerte, aunque sin llegar a mantener por completo el control de mis nervios. Como de costumbre, entré y la saludé con un “Hola” entrecortado por mis nervios. Dejé mis cosas en mi cuarto, y sin pensarlo más y con voz temblorosa, interrumpiéndola mientras cocinaba, le dije: “Mamá, tengo que contarte algo”. Ella me miró con ojos temerosos: “¿Bueno o malo?”, me dijo. “Regular …”, contesté yo, con la intención de no asustarla más de lo debido.

Nos sentamos, le cogí la mano y sosteniéndola con cariño comencé a explicarle: “Hay un tema de salud que sé desde hace meses y que debes saber.” De repente, sus lágrimas comenzaron a brotar sin control alguno. “Tranquila, no tengo cáncer, ni un tumor terminal, ni nada parecido. Tengo un virus que se llama V.I.H.”. “¿Eso es SIDA?”, me preguntó. “Sí y no”, le respondí. Intenté aclarárselo: “Podría desarrollar SIDA si no supiese que soy seropositivo, y si no estuviese en tratamiento, pero estando controlado y revisado, no tengo porque tener SIDA nunca.”

Logré tranquilizar su estado de nervios y desconcierto, y también el mío. Comencé a explicarle objetiva y científicamente en qué consistía la enfermedad, de la misma forma que el médico lo hizo conmigo unos meses antes. Le conté las consultas médicas a las que había asistido, y los buenos resultados de la última. Le pedí que ella misma me acompañase a la próxima.

No podía creer como aquellas palabras salían de mi boca, ya con cierta calma y facilidad, conteniendo al máximo la emoción. Le pedí que me perdonara por no habérselo contado antes. Le expliqué que no me sentía lo suficientemente fuerte para ello. Respondí a todas sus preguntas, y me acompañó hasta mi habitación donde le enseñé donde guardo los medicamentos que he de tomar a diario. “Si algo me ocurre, tienes que saber que he de tomar estas dos pastillas siempre”, le dije. Y añadí algo: “Oigas lo que oigas por ahí, créeme a mí. Créete sólo lo que yo te cuento.”

Me comprendió, me entendió y me dijo que nunca lo hubiese imaginado porque mi estado físico y anímico es excelente. Mi sensación de liberación fue total. Sin duda, fue lo más difícil que he hecho nunca, pero lejos de arrepentirme, no puedo evitar sentirme orgulloso y satisfecho. Jamás hubiese pensado que tendría que dar una noticia así a la mujer más importante de mi vida, a ella, que me dio la mía.

sábado, 28 de marzo de 2009

Los cinco permisos para ser persona


Aunque en general no suelo mostrar una actitud muy receptiva hacia los libros de autoayuda, no hace mucho, y siguiendo el consejo de un amigo, decidí dar una oportunidad al famoso autor de, entre otros, la colección de libros “Déjame que te cuente”, el psicoterapeuta argentino más popular de Hispanoamérica: Jorge Bucay.

En esta ocasión mi amigo me aconsejó “El camino de la autodependencia”, a través del cual el autor nos plantea la necesidad de asumir, absoluta y totalmente, la responsabilidad de nuestras vidas y de querernos y valorarnos tanto como deseamos que otros nos valoren y nos amen.

De entre todos los capítulos del libro, quiero compartir con vosotros, los cinco permisos inherentes a ser persona, extraídos de “Contacto íntimo”, uno de los títulos más populares de la psicoterapeuta estadounidense, Virginia Satir.

Según Bucay, “cualquiera que no ostente alguno de estos cinco permisos no es una persona. Será, con toda seguridad, un ser humano, tal vez también un individuo, pero … una persona NO”. Para el autor, ser persona es mucho más.

Estos son los cinco permisos inherentes a ser persona:

1. Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar a que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.

2. Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.

3. Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.

4. Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.

5. Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.

Para Bucay, estos son los cinco permisos esenciales que condicionan nuestro ser persona. “Y ser persona es el único camino para volverse autodependiente”.

El primero de ellos, afirma que si yo soy una persona tengo que concederme a mí mismo la libertad de ser quien soy, lo cual implica dejar de exigirme ser el que los demás quieren que sea: el que quiere mi jefe, mi familia, mi pareja, mis amigos, etc. En definitiva, ser persona es darme a mí mismo la libertad de ser el que soy, asumiendo el riesgo de que es posible que a muchos no les guste que sea el que soy, y que además se enfaden conmigo por darme la libertad de serlo.

“Todos podemos llegar a ser personas, pero si no empezamos por este permiso, no hay posibilidades; nos quedaremos siendo individuos parecidos a muchos otros individuos que se sienten a sí mismos diferentes, pero que obedecen y pertenecen al club de aquellos que no se dan el derecho de ser quienes son; que intentan parecerse a los demás”.

sábado, 14 de marzo de 2009

Una lección de dignidad

Músico, compositor, pianista, guitarrista, cantante de increíble e inmensa potencia vocal. Un artista único, para muchos considerado como el Dios del Rock. Un derroche sin fin de energía y fuerza en el escenario y un carisma desgraciadamente irrepetible.

Y además de todas sus cualidades artísticas y su amor hacia los gatos, Freddie Mercury fue desde siempre un fan incondicional de nuestra soprano más internacional: Montserrat Caballé.

Fue en 1987 cuando pudo hacer realidad su sueño: cantar con la diva catalana el tema que cinco años después se convertiría en el himno de los Juegos Olímpicos de Barcelona ´92.

Por aquel entonces Freddie Mercury era más que consciente de la situación por la que atravesaba su salud. Sabía que era seropositivo y evidentemente lo que eso en aquella época desafortunadamente suponía.

Son repetidas las ocasiones en las que Montserrat Caballé ha confesado en entrevistas la forma tan natural en la que durante aquel encuentro, Freddie Mercury le declaró su enfermedad. “Soy seropositivo”, le dijo él. “Y he desarrollado la enfermedad”, añadió. Asombrada, la soprano, le dijo “¡Pero tú estás tan fuerte! ¡Y continúas cantando!”, exclamó ella. “Sí, aún puedo hacerlo. Pero llegará un momento en el que no pueda. Y sé que llegará. Quiero que lo sepas, porque es mi deber decirte esto.” afirmó él. “No, no es tu deber, pero estoy muy agradecida de que me lo hayas dicho, porque eso significa que soy tu amiga, y eso es lo más importante para mí.”, añadió una emocionada Montserrat.

A pesar de haberlo leído, escuchado y visto en varios vídeos de entrevistas que circulan en Youtube, me sigue impactando y pareciéndome increíble la naturalidad con la que el líder de The Queen se mostró ante su diva. Seguro que en ningún momento imaginó que en el momento de hacer realidad su sueño de cantar con su artista favorita, tendría que darle tan trágica noticia.

Me resulta impresionante pensar lo importante que es para muchos de nosotros, seres anónimos donde los haya, mantener en secreto nuestro estado; disimulamos las visitas al médico, escondemos las pastillas por miedo a que alguien pueda enterarse, y evitamos cualquier conversación pública sobre el tema.

Sin embargo, él, a años luz del anonimato no dudó lo más mínimo en confesar a su diosa, con una humildad admirable, que era seropositivo. Y no sólo eso, sino que perdería la batalla.

Además de su voz, que vivirá para siempre, y sus inmortales éxitos musicales, Freddy Mercurie nos dejó a todos una innegable lección de dignidad.

miércoles, 4 de marzo de 2009

"It´s not the game, it´s how you play"

“No es el partido sino como lo juegas”; es una parte de la letra de uno de los temas que en los explosivos y movidos años ´80 cantaba la eterna Reina del Pop, y que incluía entre el repertorio de su primera gira musical “The Virgin Tour”.

Combinando juventud con provocación, pelo cardado, tacones con calcetines, y una imprevisible mezcla de prendas, tejidos y colores, Madonna, con su inseparable crucifijo al cuello, lanzaba su segundo disco “Like a Virgin” en el que se incluye el tema “Over and Over".

Sin embargo, a pesar de su calidad musical y un ritmo energizante característico de la década, el single quedó a la sombra ante el éxito alcanzado por los inolvidables hits del LP, como "Like a Virgin", "Material Girl", o "Into the groove".

Lejos de convertirse en una de las canciones más emblemáticas de la ambición rubia, y a pesar de haberla escuchado infinidad de veces, esta mañana al sonar en el I-pod, me paraba a reflexionar sobre parte de la letra de esta canción, desconocida para todos, excepto para los más fieles seguidores de la polémica joven que por aquellos años comenzaba su inalcanzable carrera hacia el éxito.

“No es el partido sino como lo juegas, y si me caigo, vuelvo a levantarme. […] No importa quien eres, es lo que haces lo que te lleva lejos. Y si a la primera no lo consigues, he aquí una consejo que debes seguir: Levántate, una y otra vez”.

Puede sonar a tópico, pero sí es cierto que cada uno de nosotros elige como “jugar el partido”, y quizás en buena medida de ello dependa ganarlo o no. Somos sólo nosotros los responsable de elegir de qué manera y con qué estrategia nos enfrentamos ante la adversidad.

Creo que aunque pueda parecer contradictorio los cambios son una constante en la vida de todos. Por mucho que nos guste o no, y aunque algunos los elijamos nosotros y otros nos sean impuestos, de la vida sólo podemos esperar cambios.

Sólo de nosotros depende cómo gestionarlos, aprovecharlos para que nos fortalezcan, y decidir como queremos jugar el partido. Tomar las riendas para intentarlo, y como dice la canción, no te rindas si no lo consigues a la primera, inténtalo “over and over”. Ella lo hizo, y no le fue nada mal.

domingo, 15 de febrero de 2009

VIH in the City


Desde que la descubrí siempre he sido un fiel seguidor de la serie Sexo en Nueva York (Sex in the City). He visto todas las temporadas, la película recientemente estrenada, incluso vuelvo a ver los capítulos con el mismo interés si casualmente el zapping me sorprende con alguno de ellos.

En la sexta y última temporada la más madura de las cuatro mujeres con más glamour de Manhattan, Samantha Jones, la sexy y promiscua relaciones públicas, recibe la terrible noticia de padecer un cáncer de mama.

Hoy mismo he vuelto a ver el capítulo en el que tras ser intervenida con éxito, Samantha inicia como prevención el tratamiento de quimioterapia, con todos los efectos que ello supone; falta de apetito sexual, caída del cabello, …

Sin embargo, la más sensual de las protagonistas de la serie nos ofrece una lección magistral de coraje y valor con el que hace frente a su enfermedad, atreviéndose incluso a sacar partido de las pelucas para jugar con divertidos y atrevidos cambios de imagen.

Ya sé que la realidad no puede ser comparada con la ficción, y por supuesto que el cáncer no es lo mismo que el VIH, pero me parece ejemplar la actitud con la que el personaje de la serie decide plantarle cara a su nueva realidad.

Cuando recibí mi diagnóstico VIH+ le advertí a mi pareja que prefería que me dejara a que me viese como un enfermo. Hoy sé que la manera en la que me vea, tanto él como los demás, sólo dependen de mí. Que sólo le pareceré un enfermo cuando yo mismo me muestre como tal.

Por el momento, sé que no voy a permitir que me vea con otros ojos, que sigo siendo el mismo de antes, pero aprendiendo día a día a tener una actitud firme ante la vida con dos principios básicos: valor y dignidad.

jueves, 12 de febrero de 2009

Pequeños grandes placeres


Lo que para algunos puede suponer todo un suplicio para mí se ha convertido hoy en el mejor momento del día. El trayecto de medio día de vuelta a casa desde el trabajo me ha ofrecido uno de los placeres ante el cual me rindo sin excusas ni contemplaciones; la combinación de una temperatura sorprendentemente cálida, un sol brillante y la vista del Mediterráneo, que teñido de turquesa, me regalaba un baile de destellos perfectamente sincronizado por un mar cubierto de diamantes.

Ante tal imagen, me resultaba inevitable preguntarme como cosas tan pequeñas pueden proporcionarnos placeres tan grandes. Y lo que es peor, cómo podemos permitirnos el lujo de dejar que pasen de largo ante nosotros mientras seguimos preocupados en cuestiones materiales, en problemas banales que nosotros mismos nos creamos para mantener nuestra mente ocupada.

Descuidamos el presente por un futuro ansiado que nunca llega, nos mentalizamos para pensar que seremos más felices con un puesto de trabajo mejor, cuando estemos más delgados, cuando vivamos en una casa mejor, en el próximo viaje de vacaciones, cuando tengamos un mejor coche, cuando encontremos pareja, cuando llegue el buen tiempo, cuando ganemos más dinero, …

Mil excusas, mil motivos con el que evadir el esfuerzo de ser felices hoy y apoyarnos en la comodidad de que ya lo seremos en el futuro. Pero mientras lo esperamos, se nos escapa el presente; la oportunidad de SER FELICES HOY, de disfrutar de los placeres sencillos, del tiempo con las personas que queremos, de todo aquello que hace que nos sintamos vivos y enérgicos.

Se nos olvida recrearnos en pequeños grandes placeres que no implican planes de futuro, gastos, ni grandes lujos; el olor a café durante el desayuno, escuchar la música que nos gusta, leer un buen libro, recibir un e-mail, una llamada o un mensaje de alguien a quien apreciamos, decir “te quiero”, sonreír, contemplar el mar, …
Porque sólo tú eres el responsable de convertir el día de hoy en uno diferente a los demás. No hay un día mejor para ser feliz que hoy.

Lo dijo Óscar Wilde, y no le faltaba razón: “Los placeres sencillos son el último refugio de los hombres complicados”.

domingo, 1 de febrero de 2009

Jugar a las diferencias

El otro día mientras estaba en el gimnasio sumergido en mi rutina de ejercicios y en la música que a un volumen ensordecedor suena en el iPod, vino a mi cabeza un pensamiento paranoico que surgió en mi mente los días posteriores a la confirmación de mi diagnóstico.

Imagino que como muchos de nosotros tras recibir la impactante noticia, tuve la sensación de que llevaba en la frente un cartel que decía "SOY SEROPOSITIVO". Incluso llegué a pensar que mientras caminaba por la calle, la gente podía reconocer a simple vista que soy portador de este virus.

En cierto modo me recordó a la sensación que tuve cuando besé por primera vez a un hombre en la boca; sentía que al caminar por la calle, y perdido entre una marea de transeúntes urbanos, me señalaban con el dedo como si acabara de robar en una tienda o asaltar un banco.

Y es que es del todo cierto el infinito poder de la mente, y también su capacidad para llegar a conclusiones paranoicas infundadas en pensamientos negativos que se originan del tamaño diminuto de un grano de arena y a la velocidad del rayo los convertimos en montañas que se desmoronan ante nosotros.

Por este motivo, y pasados ya casi tres meses desde mi diagnóstico, el otro día en el gimnasio se me ocurrió pensar que para cualquiera de los allí presentes sería imposible reconocer al seropositivo, o dicho de otra manera, jugar a las diferencias y resultar ganador.

Afortunadamente es una partida perdida, puesto que no hay más diferencias que las que uno mismo se crea, y sobre todo las que uno mismo se cree. Y si no, a ver quien se atreve a adivinar en la foto de este post quien es el seropositivo.

¿Te atreves a jugar? De hecho, uno de los dos soy yo, y el otro un modelo de portada de la revista Men Health. ¡Ánimo! No pierdes nada por intentarlo …

sábado, 31 de enero de 2009

El chico del Espejo


No hay duda de que llegar el viernes por la noche a casa de tu novio y ver que en su espejo ha colocado la foto de un modelo de firma no es desde luego el comienzo ideal para un buen fin de semana.

No pongo en duda su buen gusto ni su criterio en la selección del chico del espejo, pero no puedo evitar cuestionarme la falta de sensibilidad en la intención, sobre todo cuando uno está haciendo esfuerzos sobre humanos por aceptar una situación nueva y huir de la tentación de estar constantemente comparándose con el resto de la humanidad, mucho más aún, con un chico 10.

Si a este hecho su une que el temporal que invade España ha llegado también a tu cabeza en forma de falta de humor y apatía, no son precisamente los componentes clave para sentirte al 100% con tu novio, y mucho menos para deshacerte en sonrisas ni cumplidos forzados carentes de espontaneidad.

De manera que después de intentar hacer el esfuerzo de “sentirme bien” y hacer sentir bien a los que me rodean, hoy he decidido que como un ser humano más, también tengo plena autonomía para permitirme estar triste, cabreado, susceptible, enfadado y borde.

Seguro que el chico del espejo en su sesión para Dior, con su estilismo perfecto, su cabello ondulado y su fibrada anatomía tendría posiblemente mucho más sentido del humor que yo, más ganas de reírse y hasta seguro que más ganas de sexo.

Pensé que sería mejor regresar a casa donde me puedo tomar la libertad de estar serio sin que nadie me pregunte qué te pasa, o servirme una copa de vino tinto para relajarme.

Decidí que por el momento mi novio estaría mejor solo que conmigo, o en todo caso, con el chico del espejo, a fin de cuentas le hubiese bastado una ráfaga de aire para caer del espejo y colocarse en mi lado de la cama.

sábado, 24 de enero de 2009

Beautiful

A pesar de haberla escuchado montones de veces, ahora más que nunca entiendo el significado de una de los grandes éxitos de Christina Aguilera: Beautiful. Hace tan solo un momento el iTunes donde tengo almacenadas cientos de canciones, decidió por si mismo que hoy debía escuchar este tema. Quizás el reproductor más universal de Apple ya sospechaba de mi crisis de inspiración en estos últimos días, y de esta sutil forma darme “una señal” para seguir escribiendo.

Es curioso lo fácil que resulta interiorizar melodías y letras de canciones que hemos oído una y otra vez, y sin embargo nunca nos hemos parado a reflexionar en su verdadero significado.

Hoy al escucharla no puedo evitar la tentación de escribir sobre ello en este blog. Tal vez el mensaje esté más que explotado y sea uno de los tópicos más recurrentes; cientos de libros de autoayuda y superación se basan en él: “Tú eres maravilloso”, y lo han convertido en su principal argumento de marketing con el que asegurarse ventas ante un lector inseguro, posiblemente deprimido y falto de amor propio.

Sin embargo, y lejos de la intención de caer en la sensiblería fácil, hoy reivindico nuestro derecho a sentirnos MARAVILLOSOS, a mirarnos al espejo y querernos, admirarnos y respetarnos, y como dice la canción “a no venirnos abajo HOY”.

Reconozco que aunque para algunos pueda resultar frívolo y superficial siempre me ha preocupado mi aspecto físico y más aún desde que soy VIH+; uso champú y acondicionador y de vez en cuando mascarilla, me encanta tener varias marcas de crema hidratante (aunque algunas ni las use), voy al gimnasio a diario, a la peluquería una vez al mes, los sábados tardo más de media hora en arreglarme si es que tengo claro qué ponerme, sino, unos quince minutos más. Bebo leche de soja, como pan integral, y un sin fin de hábitos que al menos psicológicamente me ayudan a sentirme bien.

Ya sé que el concepto de sentirse MARAVILLOSO va mucho más allá de mirarse en el espejo, contemplarse y admirarse, pero que duda cabe de que este es un buen comienzo, un primer paso para sentirse BEAUTIFUL.

lunes, 19 de enero de 2009

Las 23 horas y 59 minutos restantes


Hay días que tengo la sensación, imagino que como muchas de las personas que viven con VIH y con tratamiento, de que si no fuese por ese momento del final del día en el que tomo las pastillas, casi podría olvidarme de que soy seropositivo.

Posiblemente esto sea una muy buena señal, puesto que quiere decir que mi “día a día” no ha cambiado en absoluto al de antes de ser un individuo completamente sano. Quizás, lo que sí ha cambiado es la manera en la que ahora vivo y afronto ese “día a día”; mi actitud ante la vida, mi escala de valores, y lo que ahora considero verdaderamente prioritario.

Sin embargo, y aunque ya llevo cerca de un mes y medio en tratamiento, sin olvidarme ni una sola vez de mi dosis diaria, o como diría mi médico “adherido” por completo al régimen, es ese el minuto del día en el que yo mismo me sigo sorprendiendo por lo que ha ocurrido. Es ese el momento en el que mi voz interior me habla y me repite: “¡Tienes VIH! ¡Eres seropositivo!”

Sí, aunque parezca mentira, y creo que tengo pleno derecho a permitírmelo, aún hoy en día me sigue pareciendo increíble pensar que estoy infectado por este virus. Y no es porque me lo niegue a mí mismo, o no quiera aceptarlo, qué estupidez tan grande engañarme de esa manera, más bien se trata del momento de la verdad, en el que uno toma conciencia de su situación, el momento en el que se hace evidente que esto no es un mal sueño, sino que es algo real.

Pero también es real que el resto del día, las 23 horas y 59 minutos restantes soy un ser humano normal; que esto no es un castigo porque no me he portado mal, ni es una condena porque no he infringido la ley.

Las 23 horas y 59 minutos restantes soy el mismo de siempre, aunque quizás algo mejorado: más sensible, más fuerte, más responsable, y con más ganas que nunca de VIVIR y disfrutar de la VIDA.

miércoles, 14 de enero de 2009

"Ya lo pensaré mañana"


Pocos personajes tan míticos y singulares como Escarlata O´hara ha dado la industria del séptimo arte. La protagonista de una gran joya del cine, “Lo que el viento se llevó”, es una mujer caprichosa, manipuladora, egocéntrica, coqueta y en ocasiones incluso egoísta, pero con una gran fortaleza humana y un increíble afán de superación.

Es posible que para muchos el personaje de Scarlett no sea un ejemplo a seguir, pero nadie podrá poner en duda que a pesar de su orgullo y vanidad, es todo un símbolo de fuerza por salir adelante, por sobrevivir a la miseria, al hambre, y vencer ante las desgracias de una guerra.

He de confesar que siempre me he considerado fan de este melodrama y que desde la primera vez me enamoró por la interpretación de sus protagonistas, el vestuario, el guión, los decorados, la banda sonora, y que a pesar de sus más de tres horas de duración, he visto una y otra vez, cada una como si fuese la primera.

Sin embargo, hasta hoy no había pensado en la genialidad de la filosofía de Scarlett que ante cualquier problema o adversidad, sin abatirse lo más mínimo, le basta un “ya lo pensaré mañana” para dar por concluido por hoy el problema.

Como seropositivo intento mantenerme informado de la actualidad que gira en torno al VIH y al SIDA, de hecho, siempre reviso los links que aparecen a la derecha de este blog para estar al tanto de las novedades, los avances científicos, etc., de este bichito.

Lo cierto es que aunque a muchos (incluso a mí mismo) esta actitud proactiva por estar informado pueda parecerles positiva, entraña consigo el riesgo de enterarse de noticias buenas, pero también de noticias malas, que son más probables, y también más vendedoras para los medios; que si las personas con VIH tiene más riesgo de contraer una enfermedad, que si hay versiones del VIH más agresivas descubiertas recientemente, que si ahora tenemos que declarar ser seropositivos para viajar a EE.UU., como si tuviésemos que confesarnos por nuestros pecados, y una larga lista que nunca acabaría …

La cuestión es que el riesgo de mantenerse informado es que muchas veces nos hace pensar demasiado en un futuro, que a fin de cuentas es incierto para todos los seres humanos, seropositivos o no. Desde luego, no por este motivo voy ponerme una venda en los ojos y dar la espalda a la actualidad que nos rodea, pero la próxima vez que por mi cabecita ronde uno de esos pensamientos negativos, lo tengo claro, como decía Escarlata: “Ya lo pensaré mañana. Me volvería loca si lo hiciese ahora.”

Esta entrada está dedicada a un reciente amigo que he tenido la suerte de conocer: ¡Gracias por devolverme un poco de inspiración!

jueves, 8 de enero de 2009

El sinsentido del humor

Por primera vez desde que soy seropositivo he presenciado una de las “típicas” bromas que cualquiera de nosotros haría si no estuviera en mayor o menor grado relacionado con este virus.

El hecho en sí ha tenido lugar ni más ni menos en una reunión de trabajo, en la que uno de los asistentes ha llegado algo resfriado, como lo está casi todo el país con este temporal que sufrimos desde hace días.

Mi jefe, que es ni más ni menos el protagonista de esta historia, en una muestra de amabilidad le ofrece al señor resfriado su propio vaso de agua en un intento de calmar sus constantes tosidos. No obstante, éste, imagino que por temor a pasarle el gripazo a mi jefe, rechaza el agua educadamente, a lo que mi jefe responde en un tono simpático y chistoso: “¿Es que tienes el SIDA?”. Ante esto, la única persona allí presente que es de toda mi confianza y conoce mi caso, le contesta: “Por favor, ¿Es que no sabes que el SIDA no se pega por compartir el vaso?”, a lo que mi jefe responde “¿Ah, no?”, y yo mientras tanto tratando de mantener mi mirada baja con cierto temor de que el tema se convirtiese en el orden del día de la reunión; algo que francamente me hubiese hecho sentir incómodo. Por suerte, el tema quedó ahí.

La verdad es que lejos de sentir rechazo, marginación, dolor o cualquier otro sentimiento de esta índole, lo que sentí fue cierta vergüenza y pena por lo que había escuchado. Vergüenza porque no me pareció en absoluto un comentario oportuno; la misma vergüenza que de igual forma habría sentido ante un comentario machista, sexista, racista, homófobo, etc.

Y pena, sí, mucha pena, porque creo que no hay nada más triste que vivir en la ignorancia; en la de pensar que el SIDA se transmite por compartir vaso, y que alguien crea con tanta firmeza que esto es algo completamente ajeno y que nada tiene que ver con el mundo que le rodea.

Al no haber dolor, no hay rencor en mis palabras, puesto que como yo lo pensaba, entiendo que mi jefe vea el SIDA como algo que nunca se cruzará en su vida. En cualquier caso, me gustaría saber que hubiese ocurrido sí ante tal pregunta, yo hubiese contestado “Él no sé, pero yo sí”.

De todas maneras, le agradezco el comentario ya que me ha ayudado a tener algo más de lo que hablar y compartir en este blog.

domingo, 4 de enero de 2009

La Diva del Luovre


Existen pocas cosas tan reconfortantes como la vuelta a casa después de una semana de viaje de placer, y más aún, cuando uno vuelve con su pareja de haber visitado la Ciudad de la Luz, del amor, del arte: PARÍS.

Por tercera vez, y tal como estaba convencido, París no me defraudó, todo lo contrario, como en las otras dos ocasiones, me fascinó su aura, el ajetreo posnavideño de sus gentes, su riqueza arquitectónica, su variedad artística, su derroche de glamour, su aire romántico, y su frío polar de enero al que un mediterráneo del levante español como yo no está nada acostumbrado.

Todo viaje a París lleva consigo una visita obligada al Musee du Louvre, en el que uno se pierde por unas horas en el fastuoso mundo del arte; egipcio, griego, clásico, … Maravillado entre famosos cuadros y esculturas, una pieza me llamó especialmente la atención: La Venus de Milo.

Esta afrodita, diosa del amor y la belleza, es una de las obras más importantes que los parisinos presumen de tener en su museo. Con una fecha que data entre los años 130 y 100 a.C., carente de brazos, y de autor desconocido, es sin duda la escultura más fotografiada de este museo.

Situado en la larga cola que lentamente me acercaba a poder ver de cerca a la Diosa no dejaba de preguntarme lo increíble que me parecía que una mujer con más de 2000 años, con sus brazos amputados, y unas curvas nada favorecedoras (aunque sí lo fuesen en su tiempo) sin duda la convertían en una de las mujeres más fotografiadas del mundo, dejando en la cola a aquellas “divas de carne y hueso” que obsesionadas por conservar su belleza eterna y una línea a fuerza de dietas y gimnasio, no consiguen dar un paso sin un flash que les asalte.

En cierto modo, la idea de que una escultura milenaria, sin brazos y de autor desconocido, es decir, prácticamente huérfana, hubiese conseguido ser la Diva del Louvre, me sirvió de consuelo y me hizo pensar irónicamente que ser seropositivo no suponía en absoluto impedimento alguno para alcanzar el éxito y la propia felicidad personal, eso sí, algo más tapadito de ropa que la Diosa del Amor. Bonne Annee!!!