martes, 6 de noviembre de 2012

Por una buena causa

Un año es el tiempo que ha pasado desde el último post publicado en este blog. No puedo evitar, quizás con excesiva vanidad, pensar que durante todo este tiempo algunos de los que en alguna ocasión me leísteis se ha preguntado que fue de aquel chico que se dedicó a llenar de párrafos este blog que durante un año ha permanecido en “stand by”.

Reconozco que son muchas las ocasiones en las que he querido volver a este “Confesionario 2.0.”, pero también es cierto que cada intento se quedó en el camino por pensar que nada novedoso podía ya aportar a este diario al que aún le quedan muchas páginas en blanco por llenar.

Hoy sin embargo me levanté con una buena razón para volver. Tal día como hoy, un 6 de noviembre de 2008, recibía la noticia que unas semanas después daba sentido a este blog. Este espacio virtual que me ha permitido expresarme con libertad durante todo este tiempo y a través del cual he tenido la oportunidad de conocer otras muchas experiencias igual o más valiosas que la mía propia.
Hoy, que cumplo 4 años como seropositivo, me parece la mejor ocasión para contaros que mi estado de salud es tan bueno siempre. Cumplo con absoluto rigor mi tratamiento (Atripla) sin ningún tipo de efectos secundarios. Según mis últimos análisis mi carga viral es indetectable y mis Células CD4 se sitúan en 907.

En lo personal, algún cambio importante se ha producido. Por cuestiones profesionales, desde principios de este 2012, resido en la famosa Ciudad de la Luz; vivo en París acompañado por la persona que hace ya mucho tiempo representa mucho más que mi pareja. Él es mi compañero, mi amigo, mi amante, mi familia y esa persona que ha hecho fácil la compleja aventura de vivir en un país diferente y lleno de cosas nuevas por descubrir en esta  monumental ciudad inquieta, imprevisible y rebosante de ingenio, creatividad, arte y cultura.
Decir que hoy “he vuelto” supondría reconocer que alguna vez me fui de esta pequeña gran ventana que hace cuatro años abrí con este blog. Sentir un aire fresco y nuevo me ayudó a aceptar algo muy difícil de asumir, y que sólo se consigue con tiempo, esfuerzo y unas ganas infinitas de vivir. Las mismas ganas con las que ahora me enfrento al reto de seguir despertando vuestro interés en otros aspectos de mi vida, muchos más interesantes que el del VIH; un virus que afortunadamente pocas novedades me reporta pero que sigue siendo una buena causa para seguir con vosotros.