Después de varios días sin escribir (perdón a mis lectores), hoy voy a tomarme la licencia de darle un toque más íntimo y personal a estos párrafos. Sé que lo más fácil, en esta última entrada del 2008 de este blog sería hacer un balance del año, pero visto lo visto, y para evitar extraer conclusiones precipitadas, no lo haré.
Hoy quiero hablar de París. Este año despediré al 2008, año que nunca olvidaré, en la capital más romántica del mundo. En la misma daré la bienvenida al 2009; un año que me hará más fuerte, más maduro, más consciente. Un año que me hará quererme, cuidarme, respetarme y valorarme, sin olvidar el ser frágil que soy, pero nunca débil.
Es curioso como la ciudad del Moulin Rouge se cruza en mi vida en momentos “especiales”. La primera vez, París, te visité siendo un niño, en el viaje de fin de curso que para todos significa una primera liberación, y un paso más hacia la adolescencia.
La segunda vez, me ofreciste tu color y tu calor de verano, con un sol radiante admiré la Torre Eiffel tirado en los jardines de los Campos Eliseos; en plena etapa de madurez y de aprendizaje de la convivencia, viajamos juntos a La Ciudad de la Luz. Aunque no mencione tu nombre, nunca olvidaré esos bellos momentos que juntos compartimos. Hoy, aunque no sigas a mi lado como mi pareja, te quiero como el amigo que eres, y siempre serás especial.
Esta tercera vez, iré con mi amor a París. Nos veremos en el aeropuerto, nos abrazaremos, nos fundiremos en un beso, y compensaremos con miradas cómplices los días que la Navidad nos ha mantenido separados, cada uno con su familia. Pasaré una semana en la monumental capital del arte, admirando cada detalle. Celebraré con cava francés la llegada del 2009 y despediré al 2008 que ha significado, quiera o no, un antes y un después en mi vida. Pase lo que pase en el 2009 podré decir que “siempre me quedará París”.
Hoy quiero hablar de París. Este año despediré al 2008, año que nunca olvidaré, en la capital más romántica del mundo. En la misma daré la bienvenida al 2009; un año que me hará más fuerte, más maduro, más consciente. Un año que me hará quererme, cuidarme, respetarme y valorarme, sin olvidar el ser frágil que soy, pero nunca débil.
Es curioso como la ciudad del Moulin Rouge se cruza en mi vida en momentos “especiales”. La primera vez, París, te visité siendo un niño, en el viaje de fin de curso que para todos significa una primera liberación, y un paso más hacia la adolescencia.
La segunda vez, me ofreciste tu color y tu calor de verano, con un sol radiante admiré la Torre Eiffel tirado en los jardines de los Campos Eliseos; en plena etapa de madurez y de aprendizaje de la convivencia, viajamos juntos a La Ciudad de la Luz. Aunque no mencione tu nombre, nunca olvidaré esos bellos momentos que juntos compartimos. Hoy, aunque no sigas a mi lado como mi pareja, te quiero como el amigo que eres, y siempre serás especial.
Esta tercera vez, iré con mi amor a París. Nos veremos en el aeropuerto, nos abrazaremos, nos fundiremos en un beso, y compensaremos con miradas cómplices los días que la Navidad nos ha mantenido separados, cada uno con su familia. Pasaré una semana en la monumental capital del arte, admirando cada detalle. Celebraré con cava francés la llegada del 2009 y despediré al 2008 que ha significado, quiera o no, un antes y un después en mi vida. Pase lo que pase en el 2009 podré decir que “siempre me quedará París”.