Un año es el tiempo que ha pasado
desde el último post publicado en este blog. No puedo evitar, quizás con
excesiva vanidad, pensar que durante todo este tiempo algunos de los que en
alguna ocasión me leísteis se ha preguntado que fue de aquel chico que se
dedicó a llenar de párrafos este blog que durante un año ha permanecido en
“stand by”.
Reconozco que son muchas las ocasiones en las que he querido volver a este “Confesionario 2.0.”, pero también es cierto que cada intento se quedó en el camino por pensar que nada novedoso podía ya aportar a este diario al que aún le quedan muchas páginas en blanco por llenar.
Reconozco que son muchas las ocasiones en las que he querido volver a este “Confesionario 2.0.”, pero también es cierto que cada intento se quedó en el camino por pensar que nada novedoso podía ya aportar a este diario al que aún le quedan muchas páginas en blanco por llenar.
Hoy sin embargo me levanté con
una buena razón para volver. Tal día como hoy, un 6 de noviembre de 2008,
recibía la noticia que unas semanas después daba sentido a este blog. Este
espacio virtual que me ha permitido expresarme con libertad durante todo este
tiempo y a través del cual he tenido la oportunidad de conocer otras muchas
experiencias igual o más valiosas que la mía propia.
Hoy, que cumplo 4 años como
seropositivo, me parece la mejor ocasión para contaros que mi estado de salud
es tan bueno siempre. Cumplo con absoluto rigor mi tratamiento (Atripla) sin
ningún tipo de efectos secundarios. Según mis últimos análisis mi carga viral
es indetectable y mis Células CD4 se sitúan en 907.
En lo personal, algún cambio
importante se ha producido. Por cuestiones profesionales, desde principios de
este 2012, resido en la famosa Ciudad de la Luz; vivo en París acompañado por
la persona que hace ya mucho tiempo representa mucho más que mi pareja. Él es
mi compañero, mi amigo, mi amante, mi familia y esa persona que ha hecho fácil
la compleja aventura de vivir en un país diferente y lleno de cosas nuevas por
descubrir en esta monumental ciudad
inquieta, imprevisible y rebosante de ingenio, creatividad, arte y cultura.
Decir que hoy “he vuelto”
supondría reconocer que alguna vez me fui de esta pequeña gran ventana que hace
cuatro años abrí con este blog. Sentir un aire fresco y nuevo me ayudó a
aceptar algo muy difícil de asumir, y que sólo se consigue con tiempo, esfuerzo
y unas ganas infinitas de vivir. Las mismas ganas con las que ahora me enfrento
al reto de seguir despertando vuestro interés en otros aspectos de mi vida,
muchos más interesantes que el del VIH; un virus que afortunadamente pocas
novedades me reporta pero que sigue siendo una buena causa para seguir con
vosotros.