lunes, 21 de junio de 2010

Semanas de ausencia

Han pasado 3 meses desde que escribí el último post en este blog. Nunca antes había transcurrido un periodo de tiempo mayor sin introducir ninguna novedad en este rincón virtual que ya va camino de cumplir dos años de vida.

Durante estos meses he tenido sentimientos diferentes con respecto a este punto de encuentro de seres positivos; en varias ocasiones me he exprimido el cerebro pensando en buscar algo original, fresco y hasta divertido que compartir con vosotros, y en otras, no os niego que he pensado muchas veces que no escribir es síntoma de sentirme mejor.

Hoy sé que esto último no es así, y que volver a este blog, dirigirme a vosotros en primera persona, y contar en voz alta aquello que con la mayoría callo no es sinónimo de sentirme deprimido, triste o desconsolado.

No descarto el haber atravesado una especie de “crisis de inspiración”, espero que pasajera, pero después del tiempo que ha transcurrido, me parecería una frivolidad volver a este blog sin compartir con vosotros parte de los acontecimientos que he vivido en estos meses de “ausencia”.
Un periodo que ha coincidido con el comienzo de una nueva vida junto a la persona que amo. El mismo que varias veces me ha recordado “tienes que volver a escribir en el blog”, y que me aconseja “la gente quiere que hables más de ti mismo, y menos de lo demás”. Pues sí, desde hace unos meses me acuesto y me despierto junto a mi lector más crítico. Hemos construido juntos un hogar de noches de sofá, galletas caseras, y margaritas nuevas cada dos semanas. Y así me he sentido desde la primera noche en la que los dos dormimos bajo techos nuevos en un suelo que nunca antes pisamos; en un verdadero hogar.

Y aunque para algunos pueda sonar cursi, a veces, antes de dormir, y mientras siento el tacto de su piel; pienso en que la verdadera magia de la vida reside en unir a dos personas que se aman, y que un día decidieron compartir su vida; dos antiguos desconocidos, de diferentes países, de distintas vidas, que un día coincidieron en el camino para continuar el viaje juntos.

Y en esta “puesta al día”, no puedo obviar mi salud, aunque todo sigue tan normalizado como siempre. Continúo con mi tratamiento sin ningún tipo de efectos secundarios, y las consultas de rutina cada medio año. Me siento tan despierto, fuerte y vital como siempre. Y aunque está demás decirlo: el VIH no me impide convivir con mi pareja, trabajar con total normalidad, entrenar en el gimnasio, y resto de cosas que hago como cualquier otra persona.

Considero que nunca me fui, así que decir que “he vuelto” no tendría sentido. Sigo aquí, me siento mejor que nunca, y no tengo ninguna intención de abandonar este cuaderno de vida que tanto bien me reportó en el momento que más lo necesitaba. A todos aquellos que me habéis escrito, os doy las gracias por seguir ahí, y os pido disculpas por estas semanas de ausencia; sois sin duda los que dais sentido a este blog.

“Aquí estoy. Nunca me fui.
Antes de ti, no era.
Después de ti…
sólo nos queda el somos.”
(El penúltimo sueño, Ángela Becerra)