lunes, 30 de agosto de 2010

Con las defensas a 1000

Lunes, 30 de agosto. Para muchos una fecha que supone el final de las vacaciones y de todos aquellos placeres que nos ofrece el verano; el relax, las terracitas, la playa, los rayos de sol dorando nuestra piel, disponer de más tiempo para dormir, viajar, descansar, leer, reencontrarnos con viejos amigos, …

Hoy el calendario marca para muchos lo que supone la vuelta al trabajo, a la rutina diaria; el trabajo, retomar obligaciones, ceñirse a los horarios, los compromisos, estrés, reuniones, madrugar, … Para algunos la vuelta a la actividad diaria puede resultar tan traumática que sufren la famosa “depresión postvacacional”. Apatía, tristeza, ansiedad, mal humor e incluso contracciones musculares son algunos de los síntomas que según los expertos presenta esta afección social.

Hoy lunes, 30 de agosto, vuelvo al trabajo muy lejos de considerarme un afectado por la depresión postvacacional. Despido este mes de agosto con el recuerdo del mar turquesa de la costa sarda, con el sabor de los erizos de mar, con la fascinante locura de Picasso en el Reina Sofía, y con la magia nocturna de la noche en Madrid.

Agosto se aleja dándome la mejor de las noticias, la que hace que la “depresión postvacacional” no parezca más que el recurso fácil para cerrar los informativos durante esta semana. Y es que hace una semana que acudí a mi última consulta semestral para saber que mi carga viral sigue indetectable, y que mi recuento de células CD4, aquellas que protegen nuestro sistema inmunológico ante posibles infecciones, está en 1060; han aumentado más de un 25% desde mis últimos resultados, y presentan su mejor dato desde que inicié esta aventura que está cerca de cumplir 2 años.

Muy pocos se preguntarían por su nivel de defensas en su primer día de vuelta al trabajo, pero para un seropositivo en el s. XXI saber que su sistema inmunológico está más reforzado que nunca es como si la vida te renovase el contrato como mínimo por seis meses más.